“URIBEños” |
¿A qué están jugando los “URIBEños” fustigando al gobierno de Santos por los problemas de seguridad y el incremento de las bandas criminales (bacrim)? Así Uribe Vélez se enfurezca y criminalice a todo el que se lo recuerde, estos grupos de la muerte florecieron durante su nefasto mandato.
No puede ser que por más señales de que Uribe esté perdiendo la razón, además lo esté traicionando la memoria. Si hay alguien que tiene por qué saber de dónde salieron las bacrim y a qué se debe su crecimiento, es el irascible y altanero expresidente.
Las bacrim no se organizaron después del 7 de agosto de 2010, como pretenden hacerlo ver los nuevos pilatos. Esa postura es inverosímil e irresponsable. Estas asociaciones del mal son hijas legítimas del paramilitarismo que nunca se desmovilizó y que ahora, con otro disfraz siniestro, amenazan de nuevo a la sociedad colombiana.
La estrategia es clarísima. A Uribe no le conviene que se diga que las bacrim vienen desde su gobierno, porque entonces queda en entredicho no sólo la política de seguridad democrática, sino también el cacareado programa de justicia y paz. Pero ahora que los hechos tozudos están confirmando que estamos de bacrim hasta la coronilla y que simplemente son paramilitares transformados, Uribe y sus amigos han decidido pedirle cuentas a Santos, con lo cual buscan matar dos pájaros de un tiro. Por un lado, echarle el muerto del deterioro del orden público al actual gobierno, como si la actual cúpula de la Fuerza Pública no hubiese sido designada por el propio Uribe y, de paso, asustar el establecimiento y generar la creencia de que este país solo anda bien si Uribe vuelve a instalarse en la “Casa de Nari”.
Uribe y sus aliados no se han resignado a dejar el poder, y todos estos gritos de los últimos días, las rabietas y los insultos contra Rafael Pardo, tienen que ver con el ambicioso propósito de provocar la convocatoria de una constituyente, que sea capaz de reformar la Carta Política para levantar las barreras que la Corte Constitucional le puso a las aspiraciones reeleccionistas y totalitarias del exmandatario. Fácil resulta imaginar que un país intimidado por las armas de los criminales organizados, en las próximas elecciones optaría por apoyar los nombres de los candidatos que Uribe impondrá a lo largo y ancho de la geografía nacional. Y una vez que Uribe haya ganado buena parte del ponqué de las gobernaciones, alcaldías, asambleas y concejos municipales, la autopista del regreso al poder quedaría abierta, sin tiquete alguno.
Que no venga Uribe, entonces, a hacernos creer que el cuentazo de las bacrim, es solo una preocupación patriótica, cuando detrás de todo lo que hay es una calculada operación de retoma del poder, que se inició con la campaña de desprestigio contra el actual Gobierno por los problemas de seguridad heredados, continuará con el pánico colectivo por la reactivación de la guerra, más tarde seguirá con una arrolladora victoria en las urnas, repletas de votos intimidados, y finalizará cuando los mentores de esta estrategia reclamen a gritos una asamblea constituyente para que regrese el mesías al poder, no importa que haya dejado el país en ruinas, físicas y morales.
Que al perro no lo capan dos veces, reza el refrán. Ojalá así sea.
Adenda: Increíble que los jerarcas de la Iglesia Católica, de la mano de los partidos Conservador y de la U, anuncien su alianza para provocar una reforma constitucional que deje sin efectos los tres casos de aborto autorizados por la Corte Constitucional. Si eso no es actividad política, entonces qué será. No hay duda, asistimos al nacimiento del “Partido Católico”, la nueva organización política dueña de la Procuraduría, del Sena y redactora única de la Constitución.
No puede ser que por más señales de que Uribe esté perdiendo la razón, además lo esté traicionando la memoria. Si hay alguien que tiene por qué saber de dónde salieron las bacrim y a qué se debe su crecimiento, es el irascible y altanero expresidente.
Las bacrim no se organizaron después del 7 de agosto de 2010, como pretenden hacerlo ver los nuevos pilatos. Esa postura es inverosímil e irresponsable. Estas asociaciones del mal son hijas legítimas del paramilitarismo que nunca se desmovilizó y que ahora, con otro disfraz siniestro, amenazan de nuevo a la sociedad colombiana.
La estrategia es clarísima. A Uribe no le conviene que se diga que las bacrim vienen desde su gobierno, porque entonces queda en entredicho no sólo la política de seguridad democrática, sino también el cacareado programa de justicia y paz. Pero ahora que los hechos tozudos están confirmando que estamos de bacrim hasta la coronilla y que simplemente son paramilitares transformados, Uribe y sus amigos han decidido pedirle cuentas a Santos, con lo cual buscan matar dos pájaros de un tiro. Por un lado, echarle el muerto del deterioro del orden público al actual gobierno, como si la actual cúpula de la Fuerza Pública no hubiese sido designada por el propio Uribe y, de paso, asustar el establecimiento y generar la creencia de que este país solo anda bien si Uribe vuelve a instalarse en la “Casa de Nari”.
Uribe y sus aliados no se han resignado a dejar el poder, y todos estos gritos de los últimos días, las rabietas y los insultos contra Rafael Pardo, tienen que ver con el ambicioso propósito de provocar la convocatoria de una constituyente, que sea capaz de reformar la Carta Política para levantar las barreras que la Corte Constitucional le puso a las aspiraciones reeleccionistas y totalitarias del exmandatario. Fácil resulta imaginar que un país intimidado por las armas de los criminales organizados, en las próximas elecciones optaría por apoyar los nombres de los candidatos que Uribe impondrá a lo largo y ancho de la geografía nacional. Y una vez que Uribe haya ganado buena parte del ponqué de las gobernaciones, alcaldías, asambleas y concejos municipales, la autopista del regreso al poder quedaría abierta, sin tiquete alguno.
Que no venga Uribe, entonces, a hacernos creer que el cuentazo de las bacrim, es solo una preocupación patriótica, cuando detrás de todo lo que hay es una calculada operación de retoma del poder, que se inició con la campaña de desprestigio contra el actual Gobierno por los problemas de seguridad heredados, continuará con el pánico colectivo por la reactivación de la guerra, más tarde seguirá con una arrolladora victoria en las urnas, repletas de votos intimidados, y finalizará cuando los mentores de esta estrategia reclamen a gritos una asamblea constituyente para que regrese el mesías al poder, no importa que haya dejado el país en ruinas, físicas y morales.
Que al perro no lo capan dos veces, reza el refrán. Ojalá así sea.
Adenda: Increíble que los jerarcas de la Iglesia Católica, de la mano de los partidos Conservador y de la U, anuncien su alianza para provocar una reforma constitucional que deje sin efectos los tres casos de aborto autorizados por la Corte Constitucional. Si eso no es actividad política, entonces qué será. No hay duda, asistimos al nacimiento del “Partido Católico”, la nueva organización política dueña de la Procuraduría, del Sena y redactora única de la Constitución.
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