Antropólogo de la Universidad Nacional, Magíster en Análisis Político, y Relaciones ales

lunes, 6 de diciembre de 2010

Para conmemorar el 50 aniversario de la muerte de Bertolt Brecht: Brecht y el himno nacional

 Bertolt Brecht
Por: Sin permiso

El texto que aquí reproducimos es transcripción de la intervención final de Harich en una reunión de la Comisión para una Encuesta Alternativa que tuvo lugar en otoño de 1994 en la Casa Brecht de Berlín.


Para conmemorar el Quincuagésimo aniversario de la muerte de Bertolt Brecht, que se cumplirá el próximo 14 de agosto, SinPermiso ha rescatado un texto inédito de Wolfgang Harich, quien fuera uno de sus discípulos políticamente más cercanos en los difíciles años de disidencia antiestalinista que precedieron a la temprana muerte del gran dramaturgo y poeta marxista en la extinta República Democrática alemana.

Después de la caída del muro de Berlín en 1989, Wolfgang Harich (1923-1995), que había sido encarcelado por el régimen estalinista de Walter Ulbricht entre 1956 y 1964, fue nombrado Presidente de una Comisión de Encuesta (alternativa a la revanchista Comisión nombrada por el Parlamento federal alemán a fin de ajustar, sin más, cuentas con la experiencia de la RDA), en la que la izquierda alemana trató de hacer un balance del pasado de un modo analítico, ecuánime y no banderizo. Harich fue presidente de esa Comisión alternativa hasta su muerte, en marzo de 1995.

El texto que aquí reproducimos es transcripción de la intervención final de Harich en una reunión de la Comisión para una Encuesta Alternativa que tuvo lugar en otoño de 1994 en la Casa Brecht de Berlín. (Para saber más sobre el momento histórico al que alude este texto, así como sobre las relaciones de intimidad política y literaria que unieron al joven Wolfgang Harich y al maduro Bertolt Brecht, pulse aquí.).

(...) Y ahora, déjenme volver de nuevo al genius loci, al señor de esta Casa, a Bertolt Brecht. Yo me siento en la obligación de dar a conocer algo que tal vez ni los mismos servicios secretos occidentales y orientales conocían. [Risas]
Cuando en 1949 se fundaron los dos Estados alemanes, es decir, primero la República Federal de Alemania el 23 de mayo, y luego la República democrática alemana el 7 de octubre, a la dirección de la SED [Partido Socialista Unificado de Alemania, el partido en el poder] se le planteó la necesidad de un nuevo himno nacional alemán. Bertolt Brecht era de la opinión de que los alemanes, tanto en el oeste como en el este, tenían que conservar esa hermosa, maravillosa melodía que Joseph Haydn compuso en 1793 para el texto de entonces: “Dios salve a Franz, el Káiser, nuestro buen Káiser Franz” –se trataba de Franz II, el último Emperador del “Sagrado Imperio Romano de la Nación Alemana”—. El Cuarteto del Kaíser que Haydn escribió acorde con esa melodía es una joya de la cultura musical de todos los tiempos. Pero Brecht versificó para la canción un texto completamente diferente, que no consiguió imponerse a las resistencias de Wilhelm Pieck [el entonces presidente de la RDA], de Otto Grotewohl y, sobre todo, de Walter Ulbricht [el entonces secretario general del partido]; todos ellos prefirieron el texto de Johannes R. Becher: “Levantados de las ruinas y orientados al futuro”, con una melodía de Hanns Eisler. Brecht no quería organizar una gran polémica al respecto, así que le quitó importancia a su ocurrencia y rebajó su texto a mero “Himno para niños”, incluyéndolo en su volumen de Canciones para niños. Eisler compuso su melodía, que no tenía absolutamente nada que ver con la Haydn. Y la cosa cayó en el olvido.
Yo quiero presentarles hoy ese texto de Brecht, pero quiero también, para que tengan ustedes un punto de referencia comparativo, hacerlo preceder del texto de Hoffmann von Fallersleben del año 1841 [el texto del que sale el actual himno nacional alemán], porque probablemente no lo conozcan en su totalidad. Conocen, seguro, la primera estrofa, con ese comienzo no precisamente rebosante de tacto: “Alemania, Alemania por encima de todo, por encima de todo en el mundo”. Pocos entre ustedes conocerán seguramente la segunda estrofa, que dice así: “Mujeres alemanas, lealtad alemana, vino alemán y canto alemán tienen que mantener en el mundo su antiguo y hermoso buen nombre. A un noble hacer durante toda la vida nos enardecen las mujeres alemanas, la lealtad alemana, el vino alemán y el canto alemán”. También, diría yo, algo monstruosamente penoso, esta segunda estrofa. La tercera, en cualquier caso, es inocua, pero sólo porque, según la entiendo, está compuesta de locuciones abstractas, y sin embargo no deja de tener también ella algo sospechoso, pues no dice “Unidad y Derecho y Libertad en la Patria alemana”, sino “para la Patria alemana”, una diferencia que en todo caso a mí me resulta inquietante.
Y ahora escuchen ustedes a Brecht,1949:
El donaire no ahorra el esfuerzo / Ni la pasión, el entendimiento / Que florezca una buena Alemania / Como cualquier otro buen país
Que los pueblos no palidezcan / Como ante una ladrona / Sino que nos tiendan sus manos / Lo mismo que a otros pueblos
Y no por encima y no por debajo / De otros pueblos queremos estar / Desde el mar hasta los Alpes / Desde el Oder hasta el Rin
Y porque hacemos mejor a este país / Lo amamos y lo protegemos / Y nos parece el más amable / Como a otros pueblos el suyo.
Nunca ha sido representada esa canción en un acontecimiento público, tal como había pensado Brecht. Y si hoy la escuchamos, según me he permitido organizar yo, cantada por el Coro de los Pedagogos de Berlín bajo la dirección de Hans Eckhard Thomas, aquí, en la Casa de Brecht, cumpliendo sus deseos, se tratará por así decirlo de un estreno mundial. [Largos aplausos]
[Al canto de los versos de Brecht con la melodía del Himno al Káiser de Haydn sigue un largo aplauso.]
Gracias por esta digna clausura de nuestra asamblea. Les agradezco de nuevo su asistencia. ¡Hasta la vista!
De Wolfgang Harich (1923-1995) se han traducido al castellano su libro ¿Comunismo sin crecimiento?, 1978 (edición original alemana, 1975: fue el primer marxista que se planteó de un modo claro, original y autocrítico los problemas de la crisis ecológica) y su Crítica de la impaciencia revolucionaria, 1986 (edición original alemana: 1968, un influyente replanteamiento de la relación entre marxismo y anarquismo, como corrientes del movimiento obrero). Para saber más sobre Harich y sus relaciones con Brecht, Bloch y Lukács en la disidencia marxista antiestalinista de los años 50, pulse aquí.


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