Editorial de VOZ, edición 2581 del 16 al 22 de marzo de 2011.-
La convergencia de la derecha y el oportunismo escenifican el acto de rasgarse las vestiduras ante la corrupción. En apariencia, su blanco es la transgresión de las normas de la igualdad formal que encubren las portentosas inequidades sociales del país. Curiosamente, derecha y oportunismo coinciden en algo esencial: se oculta la naturaleza estructural del fenómeno, su inherencia al modo de acumulación por desposesión dominante y al modelo neoliberal que privatizó el Estado; y se oculta su carácter nacional y transnacional para focalizarse en Bogotá y exclusivamente en la administración del Polo.
Un conglomerado empresarial familiar con decenas de contratos en todo el país como los Nule, con un desfalco de alrededor de un billón de pesos del erario deviene en víctima, testigo acusador y privilegiado en busca del manido “principio de oportunidad”. Sus conocidos nexos con el gobierno uribista pasaron desde el Ministerio del transporte, Estupefacientes, muchos gobiernos departamentales y la mismísima alcaldía de Barranquilla, declarada en diciembre por Cámara de Comercio, El Tiempo y Fundación Corona como la mejor alcaldía de Colombia. El senador Iván Moreno, que no ha sido nunca un hombre de izquierda, es la única persona del Polo que aparece sindicada por los entes de control. En la lógica destructora de la derecha y el oportunismo que la sirve ese caso crucifica a toda la izquierda y la pone en el patíbulo con el INRI del estalinismo, el terrorismo y la corrupción. Basta ya de hipocresía y manipulación.
La izquierda que ha puesto miles de muertos en la lucha por una transformación democrática de Colombia no es reductible a los esquemas de la “propaganda negra” que el régimen acuña contra ella. Son miles de muertos y decenas de presos políticos que nada tienen que ver con la corrupción, los negociados o las contrataciones. Si alguien debe responder por alguna tacha es por su responsabilidad individual, no por alguna política admitida, tolerada o fomentada desde el Polo. ¿Puede alguno de los partidos de la unidad nacional lanzar la primera piedra?
El proceso unitario que se encarna en el Polo tiene que cortar con todas las herencias de la politiquería del sistema. Gustavo Petro, quien renunció al Polo, quiere seguir manejando desde afuera su desenfrenado sectarismo anticomunista, magnificado por los medios. Ni más faltaba que un proceso unitario como el Polo, sometido al bombardeo cotidiano de la derecha mediática que encabeza hoy la campaña para destruirlo se someta a las condiciones de la quinta columna. La ampliación de la unidad es hacia la izquierda, sin intermediarios, con los movimientos populares en lucha, el sindicalismo de clase, las organizaciones de víctimas, los derechos humanos, los indígenas, la mujer, la universidad pública, la paz democrática. Sin concesiones a la corrupción, ni al sectarismo macartista, ni a los falsos profetas de la moral.
Editorial de VOZ, edición 2581 del 16 al 22 de marzo de 2011.
Jaime Caycedo
Secretario General del PCC
La convergencia de la derecha y el oportunismo escenifican el acto de rasgarse las vestiduras ante la corrupción. En apariencia, su blanco es la transgresión de las normas de la igualdad formal que encubren las portentosas inequidades sociales del país. Curiosamente, derecha y oportunismo coinciden en algo esencial: se oculta la naturaleza estructural del fenómeno, su inherencia al modo de acumulación por desposesión dominante y al modelo neoliberal que privatizó el Estado; y se oculta su carácter nacional y transnacional para focalizarse en Bogotá y exclusivamente en la administración del Polo.
Un conglomerado empresarial familiar con decenas de contratos en todo el país como los Nule, con un desfalco de alrededor de un billón de pesos del erario deviene en víctima, testigo acusador y privilegiado en busca del manido “principio de oportunidad”. Sus conocidos nexos con el gobierno uribista pasaron desde el Ministerio del transporte, Estupefacientes, muchos gobiernos departamentales y la mismísima alcaldía de Barranquilla, declarada en diciembre por Cámara de Comercio, El Tiempo y Fundación Corona como la mejor alcaldía de Colombia. El senador Iván Moreno, que no ha sido nunca un hombre de izquierda, es la única persona del Polo que aparece sindicada por los entes de control. En la lógica destructora de la derecha y el oportunismo que la sirve ese caso crucifica a toda la izquierda y la pone en el patíbulo con el INRI del estalinismo, el terrorismo y la corrupción. Basta ya de hipocresía y manipulación.
La izquierda que ha puesto miles de muertos en la lucha por una transformación democrática de Colombia no es reductible a los esquemas de la “propaganda negra” que el régimen acuña contra ella. Son miles de muertos y decenas de presos políticos que nada tienen que ver con la corrupción, los negociados o las contrataciones. Si alguien debe responder por alguna tacha es por su responsabilidad individual, no por alguna política admitida, tolerada o fomentada desde el Polo. ¿Puede alguno de los partidos de la unidad nacional lanzar la primera piedra?
El proceso unitario que se encarna en el Polo tiene que cortar con todas las herencias de la politiquería del sistema. Gustavo Petro, quien renunció al Polo, quiere seguir manejando desde afuera su desenfrenado sectarismo anticomunista, magnificado por los medios. Ni más faltaba que un proceso unitario como el Polo, sometido al bombardeo cotidiano de la derecha mediática que encabeza hoy la campaña para destruirlo se someta a las condiciones de la quinta columna. La ampliación de la unidad es hacia la izquierda, sin intermediarios, con los movimientos populares en lucha, el sindicalismo de clase, las organizaciones de víctimas, los derechos humanos, los indígenas, la mujer, la universidad pública, la paz democrática. Sin concesiones a la corrupción, ni al sectarismo macartista, ni a los falsos profetas de la moral.
Editorial de VOZ, edición 2581 del 16 al 22 de marzo de 2011.
Jaime Caycedo
Secretario General del PCC
No hay comentarios:
Publicar un comentario