Antropólogo de la Universidad Nacional, Magíster en Análisis Político, y Relaciones ales

lunes, 4 de junio de 2012

Un fantasma recorre Europa

Por: Niko Schvarz

Quizá el título le suene conocido a más de un lector. En todo caso, es el que eligió Transform!, una red europea por un pensamiento alternativo y un diálogo político, como se definen, para introducir un artículo sobre la crisis europea, y en particular griega, firmado por Walter Baier y Ëlisabeth Gauthier, una destacada animadora de  Actuel Marx en Francia.


También es probable que encuentre eco en la memoria el párrafo inicial de la nota, que dice así: “Un fantasma recorre Europa. Es el fantasma de un cambio de política de la Unión Europea, colocado en el orden del día por la victoria electoral de Syriza y los resultados de las elecciones presidenciales francesas. Y una vez más, todos los poderes de la vieja Europa han unido sus fuerzas para una guerra santa contra ese fantasma: el presidente de la UE, Durâo Barroso, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo, el ministro de Finanzas alemán y los medios de la tradicional corriente conservadora, que se inclinan del lado del mercado”. Como se advierte, esta última enumeración reemplaza a “el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes” del Manifiesto original de Marx y Engels, redivivo 164 años después.

El artículo, breve e incisivo, destaca la exigencia de Syriza de poner fin a la política bárbara de austeridad y de anular la parte ilegítima de la deuda nacional griega, lo que coloca en entredicho el conjunto de la política de  ajuste fiscal de la Unión Europea a escala del continente y reclama un cambio a ese respecto. La famosa troika no tiene nada de qué vanagloriarse, ya que los tres planes de austeridad por ella impuestos no sólo agravaron la dramática situación social sino que además la deuda pública se duplicó con creces en relación a 2010. “Continuar por esta vía –dice el artículo- significa provocar deliberadamente el hundimiento social y económico de Grecia”. La oposición decidida a esta lógica fatal hizo de Syriza la segunda fuerza política de Grecia, con perspectivas abiertas para la próxima instancia electoral. Tal es la realidad que Barroso, Merkel &Co. se niegan a admitir.

La disyuntiva que ellos presentan a los griegos es la siguiente: o aceptan los programas de austeridad, de reducción del nivel de vida, de desmantelamiento de las leyes sociales y del derecho al trabajo, la destrucción de los sistemas públicos de salud y de educación, en suma la profundización de las desigualdades sociales; o los excluiremos de los mercados internacionales. La sumisión o la expulsión.

Desde el 6 de mayo, Europa está en un cruce de caminos. Las elecciones indican un cambio en la correlación de fuerzas en Francia, en Grecia y a escala europea. Se abren dos vías, dos lógicas. Una sacrifica las economías nacionales y los estados en el altar de los mercados financieros, lo que conlleva privaciones y sacrificios para los pueblos, pero ningún medio para salir de la crisis. La otra lógica exige la anulación de las deudas ilegítimas, la socialización del sector bancario y financiero, la redistribución de los recursos de arriba hacia abajo, la lucha contra la corrupción y una reconstrucción de la economía real  en Europa de acuerdo con las normas ecológicas. Europa debe elegir entre la austeridad de un lado y del otro el crecimiento y el empleo.

     En ese sentido se valoran los veinte paros generales realizados en Europa, las manifestaciones de masas, la ocupación de las grandes plazas en las capitales (entre ellas la de Venceslao en Praga), como expresión de que millones de europeos anhelan un cambio de orientación política. Se aboga por una conjunción de fuerzas sociales, sindicales y políticas a favor de la renovación democrática y social de Europa, con una perspectiva de lucha que tendrá instancias de decisión en las elecciones de este mes en Francia y Grecia y  la próxima Cumbre europea.

Véase de donde partimos y adonde vinimos a parar.

Publicado en  La República, 2 de junio 2012, pág. 14

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