Pese a las apariencias, el país de hoy no es el mismo de tres meses atrás. La extraordinaria movilización social rural azotó el lánguido final en curso del gobierno Santos mostrando el fracaso de un modelo económico, social y político decadente, en abierta contravía del querer y el sentir del pueblo real. Lo primero que ha ocurrido es que la imagen del presidente, que venía en declive, pronunció su rumbo al piso. Este detalle, difícil de camuflar, nos introduce en el ámbito de una crisis política en proceso de formarse.
Los grandes anuncios de la prosperidad pasan inadvertidos para la mayoría. Las locomotoras puestas en marcha en la ruralidad arrastran tras de sí el flagelo de nuevas y crecientes desigualdades, fenómeno ante el cual el régimen ofrece agenciar mejores privilegios a la inversión extranjera, la persistencia de los TLC y la legalización del despojo que protagonizan los macro latifundios de la altillanura.
Recurre Santos a la asamblea de la ONU en busca de apoyo a su modelo de paz sin democracia, justicia transicional e impunidad para los factores del terrorismo de Estado. Pero a la vez muestra los dientes con el giro de su política externa a la confrontación con Nicaragua y el desacato al fallo de la Corte internacional. Peligroso “nacionalismo” de último momento para tratar de recuperar imagen
En la puja presidencial este cuadro es fatal para la pretensión reeleccionista de Santos. El Uribe Centro Democrático trata de recomponer el equipo uribista, especialmente por el rechazo a la candidatura al senado de José Obdulio, mientras despunta en preferencias Pacho Santos a la presidencia. El Partido Conservador no define aún candidato propio. Vargas Lleras, como presunto sustituto en caso de frustrarse el plan reeleccionista, muestra mejor favorabilidad. Los Verdes, en su fusión con Progresistas, abandonan la Unidad Nacional.
Las condiciones de posibilidad para un proyecto democrático alternativo de frente amplio existen: el descontento es mayúsculo y es estructural, porque cuestiona el modelo económico y social neoliberal; la Agenda de La Habana y sus Foros sobre tema rural, apertura política y garantías, y cultivos de uso ilícito, interviene en un debate que las masas trasladaron a la plaza, a los campos y a las carreteras ante el cual el gobierno no tiene respuestas.
Tres núcleos incorporan o reúnen sectores de la izquierda: Alianza Verde, el Polo y el reagrupamiento pro frente amplio por la paz y la movilización popular donde se aproximan Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos y Coalición de Unidad Popular.
El 5º Congreso de Unión Patriótica anuncia ser punto de convergencia y un paso más en sentido unitario. Sin embargo, la perspectiva es compleja. La estrechez y mezquindad del sistema político de partidos y electoral son un obstáculo más para el acercamiento de fuerzas plurales. El umbral del 3% es una barrera dura de franquear.
Más que nombres presidenciables se requieren compromisos programáticos que acerquen las sentidas aspiraciones populares en ascenso a la batalla por el cambio democrático. En circunstancias de dinámica popular y de lucha por la paz la tarea es insistir, sin desmayo, en la unidad con identidad transformadora desde la izquierda hacia una nueva correlación de fuerzas. He ahí la consigna del momento.
Editorial Semanario Voz
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