Por Jaime Caycedo Turriago, presidente del Partido Comunista Colombiano
Descertificación y retiro de visa son una respuesta destemplada a los planteamientos de Petro en la Asamblea General de las Naciones Unidas de frente al mundo.
Habló en nombre de centenares de miles de campesinos cultivadores de hoja de coca que colaboran con la política del Estado en los esfuerzos por la sustitución de cultivos, el desarrollo territorial alternativo, la distribución de tierras a las comunidades, el impulso a los planes para economías populares. Habló, en nombre de los esfuerzos para incautar droga, todo ello con costos en vidas humanas y contrariedades con agencias estadounidenses empeñadas en darle crédito únicamente al glifosato y a los operativos contra cultivadores pobres. Pero habló también de la responsabilidad de las potencias frente al cambio climático, la supresión de los combustibles fósiles y su explotación exacerbada; denunció la codicia y el afán enfermizo de los acumuladores de capital por reproducir y agravar las desigualdades, criminalizar a los migrantes, imponer aranceles arbitrarios como represalias con quienes no se someten. Y habló de Gaza, del pueblo palestino, del rechazo al genocidio de Netanyahu y de la complicidad de quienes venden armas, asesoran militarmente y respaldan el nuevo holocausto causado por el sionismo. Por eso, descertificación y retiro de la visa suenan a retaliación y a estigmatización imperial que pretende humillar a Colombia como si fuera su neocolonia.
Son gestos de hostilidad abierta por parte de la más alta autoridad de Estados Unidos frente al actual gobierno colombiano, frente a su postura en política internacional y expresan la voluntad clara de intervenir cada vez más en los asuntos internos, en la vida política, el rumbo electoral y las definiciones soberanas frente al genocidio denunciado y condenado, profusamente, por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El presidente Petro expresó allí una orientación reiterada del programa de gobierno aprobado mayoritariamente por las y los colombianos en 2022. La garantía para la vida en el planeta, que más allá de la defensa del medio ambiente, es también el urgente llamado a cesar la destrucción de los seres humanos con el cinismo de propiciar las guerras la OTAN, la amenaza naval y militar a Venezuela en el Caribe y el propósito de imponer en una ley extraterritorial la autorización de intervenir militarmente por orden presidencial en cualquiera de nuestros países soberanos. En lugar de preocuparse por estas irregularidades, la burguesía empresarial y financiera colombiana ha calificado de irresponsables las reclamaciones de Petro en un meeting de solidaridad con Palestina. Juzgan, en favor del imperio, un gesto simbólico contra la guerra, un llamado a la no violencia, a la objeción de conciencia, en defensa de la humanidad.
La unidad popular que impulsa el Pacto Histórico, rechaza la pretensión de imponer a Colombia una “soberanía limitada”, según la caduca doctrina Monroe. Dialogaremos de tú a tú, nunca de rodillas, ha dicho el presidente.
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