Antropólogo de la Universidad Nacional, Magíster en Análisis Político, y Relaciones ales

martes, 3 de junio de 2014

Unidad para consolidar la vía de la solución política

El centro del debate presidencial, además de los escándalos e insultos que han desnudado la calaña de los contendores ungidos por las maquinarias electorales, ha tenido que tocar el significado trascendental de la solución política y el alcance, la continuidad y el carácter estratégico del diálogo de paz que transcurre en La Habana.



Ni Zuluaga ni Santos representan la alternativa que el pueblo colombiano necesita. En ocho años de gobierno uribista, de satanización a los derechos humanos y a los opositores, de militarización intensa y fanatizada del país fracasó la llamada seguridad “democrática”, nombre con el que se bautizó la solución militar como vía para finalizar la guerra. La posibilidad de un retorno de las mafias narcoparamilitares al gobierno, una profundización de la dictadura civil y de los rasgos de fascistización del poder preocupan gravemente a la población.


Dos años atrás Santos asumió una vía para el diálogo en medio de la guerra pero su gobierno ha creado una idea de la paz desconectada de la solución a las crecientes desigualdades, a la exclusión, marginalización social y empobrecimiento de millones de compatriotas y a la ausencia de garantías democráticas para la protesta social. Las dos fracciones de la burguesía que disputan el control hegemónico del poder comparten la defensa del modelo socioeconómico del Banco Mundial, de los TLC, del fuero militar, de la impunidad, de la precarización laboral y conviven con todas las formas de la corrupción.


Un voto por la solución política para la paz.


El interés superior de la solución política exige que el pueblo distinga, actúe con inteligencia y saque ventaja de las contradicciones de la clase dominante. Como opositores al gobierno actual y al régimen político que lo sustenta convocamos a la movilización popular, a la denuncia, a la resistencia y a la utilización del voto en la coyuntura electoral del 15 de junio como una forma de lucha de la izquierda en defensa de la paz, de la vida y en repudio al genocidio. El voto por Juan Manuel Santos no es una carta blanca a su gobierno ni mucho menos a su programa neoliberal. Es un voto por la continuidad de la búsqueda de una solución política, de los  acuerdos que sustentan el diálogo de La Habana con sus 6 puntos, el establecimiento del diálogo con el ELN y su ampliación al EPL, la prioridad de avanzar a un cese al fuego bilateral y a abrir la puerta a un proceso constituyente. Es un voto por una política de paz de Estado que incluye exigencias para que se termine el tratamiento de guerra a las protestas sociales, rurales y urbanas, que se atiendan sus justos reclamos, que cesen los bombardeos en regiones campesinas, los desplazamientos forzados, los falsos positivos, se resuelvan de fondo las necesidades de miles de víctimas de la guerra, se respete el derecho a la vida de los opositores de izquierda y se encare la grave situación de los presos políticos y sociales.


Es un voto para que se afirme una política de amistad, respeto a la autodeterminación de los países hermanos de Venezuela y Ecuador sin desestabilizaciones inducidas desde el imperio y las derechas, de búsqueda de un acuerdo amistoso y definitivo con Nicaragua y para que el gobierno colombiano renuncie a los despliegues bélicos, a la carrera armamentista y a seguir favoreciendo el intervencionismo militar de Estados Unidos en Colombia y la región.


Invitamos a los abstencionistas y a quienes anuncian el voto en blanco a repensar su posición. No la compartimos pero pensamos que sus motivaciones son críticas del sistema y pueden acompañar la lucha por la solución política para detener el guerrerismo.


El frente amplio por la paz con justicia social


Sea cual fuere el resultado del 15 de junio la tarea del movimiento popular es reunir todas las energías, las corrientes organizadas, las organizaciones populares en un Frente amplio para apoyar la vía de la solución política, rodear el proceso de diálogo de La Habana, continuar trabajando para crear las condiciones de un proceso constituyente que refrende la paz y construya las reformas que requiere la nueva Colombia. En toda circunstancia, la paz estable y duradera está vinculada a los anhelos de justicia social, a los reclamos de mayor igualdad, a los objetivos de la lucha agraria, etnosocial, obrera y popular. La lucha por la paz exige batallar por una real apertura democrática, por garantizar el ejercicio de nuevas libertades a millones de compatriotas marginados de su derecho como constituyentes primarios y que anhelan ser constructores de un nuevo poder. Pensamos que un primer paso hacia el Frente amplio debe ser una gran movilización nacional unitaria por la solución política, la justicia social y la paz democrática. Todo aquel o aquella que pueda aportar algo a la vía de la paz con cambios, garantías, libertades, derechos humanos, reformas para enfrentar las desigualdades debe saberse convocado (a) al nuevo proyecto de país.


Saludamos todos los esfuerzos unitarios


Un logro destacado de la primera vuelta presidencial fue el avance de la fórmula unitaria de la izquierda con Clara y Aida que mostró, con dos millones de votos que las fuerzas democráticas pueden abrir una ruta en la vida nacional, contribuir al avance de la solución política y estimular la rebeldía popular. Desde su compromiso con la unidad, la Unión Patriótica, la JUCO, el PCC y junto a ellos nuevas fuerzas del pueblo han hecho un aporte sustantivo a la credibilidad de los procesos unitarios. Saludamos y felicitamos a Clara López, a Aída Avella, a los activistas del PDA, de la Unión Patriótica y a todos los hombres, mujeres y jóvenes que participaron o dieron su voto por su esfuerzo abnegado, su convicción y  esperanza en la construcción de la  nueva Colombia.



PARTIDO COMUNISTA COLOMBIANO



Bogota, junio 1 de 2014

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