Jaime Caicedo un humanista al Parlamento |
Por: Luz Marina López Espinosa
En las elecciones parlamentarias del próximo nueve de marzo en Colombia, una de las circunscripciones más importantes por razones obvias, es el Distrito Capital de Bogotá. Y dentro de la amplitud de opciones políticas, de sectores, ideologías y personalidades que se ofrecen y postulan en demanda del favor ciudadano, optamos por uno sin discusión: Jaime Caicedo Turriago. Y como el voto para que sea respetable en correspondencia con la trascendencia del acto en cuanto ejercicio de la soberanía ciudadana, debe estar soportado en buenas razones, exponemos para los amigos y los conciudadanos que nos lean, las razones de nuestra preferencia.
Sería suficiente decir que el voto por Jaime está ya justificado por ser el candidato de la heroica Unión Patriótica. Siendo ello así, es pertinente reseñar y resaltar los especiales y excepcionales atributos que orlan al candidato. Hay que decir que es una vida entera, desde el despuntar de la lejana -y cercana- adolescencia, con devoción dedicada a la causa de los pobres y los perseguidos. La coherencia ha sido el atributo principal de su parábola desde cuando a los catorce años ingresó a la Juventud Comunista en su natal Cali. Lejos estaba entonces de saber que esa decisión temprana habría de marcar y determinar su vida por la senda de los libros y el tropel de la construcción revolucionaria que en la democracia colombiana implica -¡y de qué manera!- el diario acompañamiento de amigos y camaradas a su última morada. Era el Cali de los sesentas, recién pasados los años en que la sensibilidad del niño había sido golpeada por el horror de la explosión de los camiones de dinamita del militarismo, y por las historias de los crímenes con que el odio liberal- conservador asolaban a su ciudad y al Valle todo.
De ese entonces a hoy, la misma vida, igual compromiso, la misma militancia, sólo se bifurcan y hacen múltiples los espacios: bachillerato en Toulouse, Francia, militante de la Juventud y el Partido Comunista francés, activista de la famosa Federación Universitaria Nacional FUN, organizador de la gran marcha de la JUCO de Ibagué a Bogotá en septiembre de 1974 en repudio al asentamiento del fascismo en Chile, recluido en la prisión, víctima de atentados personales, dirigente estudiantil de la Universidad Nacional en los intensos años sesenta, amigo y compañero de luchas del padre Camilo y otros grandes de la época como Eduardo Umaña Luna, Orlando Fals Borda y Raúl Alameda, integrante de la naciente Unión Patriótica, Secretario General del Partido Comunista Colombiano desde 1996, cofundador del Frente Social y Político uno de sus muchos esfuerzos por la unidad de la izquierda, activo integrante y dinamizador del Foro Social Mundial y del Foro de Sao Pablo con su consigna de Otro Mundo es Posible y concejal de Bogotá con una dinámica actividad a favor de las Zonas de Reserva Campesina y de otras formas de gestión social y ambiental en la zona rural de la capital.
Pero son más los méritos de Jaime Caicedo para que sea el representante ojalá de la izquierda toda en el Parlamento. Su trayectoria académica pasa por ser egresado fundador de la facultad de Antropología de la Universidad Nacional, profesor asociado de este Departamento en el mismo claustro, un magister en Análisis Político, Económico e Internacional, un doctorado en Ciencias Filosóficas, autor de varios libros en estos campos, integrante y directivo de diversas asociaciones científicas, académicas y sociales como el Observatorio Socio-Cultural de la Mundialización, el “Grupo CLACSO: Hegemonías y Emancipaciones”, la “Fundación Gabriel Peri” de Francia, el “Grupo Marx Vive”, la Revista Contexto Latinoamericano y el Centro de Estudios e Investigaciones Sociales CEIS de Colombia. Esto, amén de su participación en numerosas publicaciones internacionales como ensayista.
No sólo lo académico y político. Ello se funde en el humanista, lo que comprende muchas cosas. No la menor, el ser amigo, grato conversador, cantante de tangos – ¡los conoce todos!-, músico e intérprete. Que bastaría para acreditar esta última calidad, su famosa canción “La bala”, lamentablemente sólo de uso y circulación en los más herméticos auditorios de la militancia revolucionaria y del Partido.
Jaime es un espíritu tranquilo con un broquel de acero que lo da su fe en la justicia de la causa que abrazó. Por todo esto, pero además por otra cualidad cuya juiciosa confidencialidad descuida al punto que se ha filtrado, la de ser poeta, debe tener el respaldo de la izquierda en las elecciones del nueve de marzo. Y hablando de poeta, es de rigor respaldar este aserto con unos versos cuyo contenido enriquece la biografía del candidato:
De un poema a su madre:
Ya todos nos crecimos
Ya nos reconocemos
En planos de distancia
Un pedazo de siglo
Y un pedazo de guerra
En un torpe dolor
No es usted mamá la que se va y me deja
Soy yo el que estoy yendo
Y no puedo quedarme
Y de su hermoso “Romance de Vuelta Acuña”, homenaje a las víctimas de la primera masacre de la alianza militar paramilitar:
A dónde quedó la tierra
A dónde quedó la casa
Por dónde cruzará tu hombre
Buscando lucha enmontada
Un solo canto de mirlo
Quedó prendido en las ramas
Cuando por fin se callaba la metralla
¿Quién ordenó la tortura
En carne de los demás?
¿Y quién en manos de quiénes
Las armas para matar?
Cuenta la historia de un nombre
De tantos nombres de tal
En Vuelta Acuña sembrados
A la patria a germinar
De su poema “Años Sesenta” sobre su temporada en prisión:
Sin arrepentimientos
Abollada la carcasa
Pero sin reversa
Cargo mis empeños y mis esperanzas
Cada tropiezo es un pedazo de camino
Cada pedazo de camino
Es un corazón y un puño en alto
Alianza de Medios por la paz
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