Antropólogo de la Universidad Nacional, Magíster en Análisis Político, y Relaciones ales

martes, 3 de febrero de 2009

Declaración del Partido Comunista. Bomba en Cali: nuevo falso positivo del Gobierno de Uribe


El Comité Ejecutivo Central del Partido Comunista Colombiano repudia enérgicamente el atentado criminal que los medios de comunicación del país han presentado como un atentado contra los archivos de la policía en Cali. Como consecuencia de esta provocación la sede del regional comunista del Valle del Cauca quedó semidestruída.

Consideramos que este “nuevo falso positivo”, en el que murieron dos personas y hubo varias decenas de heridos, se inscribe en la cadena de actos que han obstaculizado extrañamnte las operaciones por la liberación de los secuestrados. El momento político que vivimos debe y puede llevar a la sociedad colombiana a considerar la necesidad y obligatoriedad de alcanzar una solución política plena a la guerra de varias décadas, que ha conducido a la desolación y a la desesperanza a nuestra patria.

El porvenir de Colombia será luminoso y pertenecerá a todos si consolidamos hoy la unidad creadora de la imaginación y por la justicia social, contra la expoliación, la muerte y la guerra interminable.

Comité Ejecutivo Central

Partido Comunista Colombiano

1 comentario:

  1. De liberaciones y maromas
    Por Rodrigo López Oviedo

    Si la frase no abundara en generosidad, diríamos que el periodismo se está convirtiendo en un testigo indeseable para el Gobierno. Probablemente lo más atinado sea afirmar rotundamente que en indeseable ya se convirtió y que al Gobierno le son de mal recibo las voces y las páginas periodísticas, sobre todo si están revestidas de objetividad en sus reportes y de acierto en sus conclusiones.

    Parece que Álvaro Uribe presentía lo que le sobrevino con la libertad de Alan Jara y Sigifredo López. Bien informado como suele estarlo, temía recibir de ellos un frontal rechazo a su política de rescates a sangre y fuego, ahora maquillados como cercos humanitarios, y es de creer que, para ahorrarse las consiguientes dificultades, hubiera intentado disuadir de participar en estas liberaciones a la Comisión comprometida a hacerlo. No otra conclusión permiten los intimidatorios seguimientos aéreos de que fue víctima dicha Comisión cuando iba en procura de los cuatro miembros de la fuerza pública devueltos por las FARC; intimidatorios seguimientos que tuvieron que suspenderse ante la valiente denuncia internacional que el periodista Jorge Enrique Botero hizo a través de Telesur.

    Estos hechos son los que explican las posteriores reacciones de desesperación del Gobierno al optar por suspender el acompañamiento que estaban haciendo Piedad Córdoba y Colombianos por la Paz a la Comisión Logística brasileña y a la Cruz Roja, y prohibir la participación de los medios en las entregas de Jara y López que estaban previstas para después. Se buscaba superar con estas nuevas maromas el fracaso de los seguimientos y abortar cualquier iniciativa de nuevas entregas unilaterales de parte de la guerrilla.

    Tratándose de decisiones que fueron tomadas de manera improvisada y bajo la presión de unos nervios en punta, resultaron contraproducentes y necesarias de reversa. Con la cola entre las patas, el Gobierno tuvo que permitir que Piedad Córdoba continuara con estas diligencias y que los medios siguieran informando. Lo que vino después fue la apuesta de Uribe por salvar sus índices de popularidad. Por eso se descargó en su Alto Comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, a quien le pidió la renuncia, haciéndonos creer que fue el propio funcionario el que la presentó voluntariamente. Sin embargo, tratándose de uno de los funcionarios más útiles a los propósitos de distracción del Gobierno, su defenestración resultaba ser un precio que Uribe no estaba dispuesto a pagar. Prefirió tragarse el sapo de no aceptarle la renuncia y redimir de tal manera la consecuencia de haberse dejado llevar, nuevamente, de su soberbia vocación totalitaria.

    El agresivo señalamiento a Colombianos por la Paz de ser el frente intelectual de las FARC debe verse, entonces, como una postrer retaliación que todo demócrata debe rechazar.

    Pero si algo bueno ha quedado de tanto ir y venir, además de que Uribe haya comprendido que los medios solo están de rodillas mientras convenga a sus dueños, ello es que recibieron renovados bríos los temas del intercambio humanitario y de la salida negociada al conflicto. Alan Jara y Sigifredo López, pese a sus justificadas amarguras, señalaron que el intercambio humanitario es el único camino que conduce sin riesgos a la libertad de quienes están pagando en cautiverio el castigo por unos males que son consustanciales al régimen de explotación en que les ha tocado vivir. Muchos colombianos pensamos igual.

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