Antropólogo de la Universidad Nacional, Magíster en Análisis Político, y Relaciones ales

sábado, 12 de abril de 2008

UNA DERROTA ESTRUENDOSA Y VERGONZOSA PARA URIBE

El gobierno colombiano de Álvaro Uribe Vélez ha sufrido la más estruendosa derrota de manos de su único aliado, los Estados Unidos. No es la primera en estas semanas. Ya los gobiernos latinoamericanos, en el Grupo de Río y en la propia OEA, le propinaron una lección de dignidad al mandadero de George Bush.

Bush defendió el TLC señalando que “beneficia más a los Estados Unidos que a Colombia”. Con eso derrumbó toda la verborrea uribista que mostraba supuestas ventajas si se aprobaba el tratado. Uribe es el principal promotor de lo que es esencial para el TLC y el libre mercado. La ley 50 del 93 y, especialmente, la 789 de 2002, redujeron a la nada la estabilidad, decretaron la informalidad, el sistema de contratos y contratistas, entronizaron el trabajo temporal y el negocio de los intermediarios, volvieron añicos el Código del trabajo y han golpeado duramente el derecho a la organización sindical. El gran capital transnacional, financiero y de maquila, con sus socios nacionales, se han llenado los bolsillos en los últimos años. Y los trabajadores han perdido, por todos los costados. Los asesinatos de sindicalistas y opositores continúan.

La doctrina del libre mercado, en su versión neoliberal y salvaje, es la filosofía del Plan de desarrollo 2006 – 2010, de la seguridad “democrática” y del Nuevo Plan de guerra, continuación del Plan Colombia. La competitividad con base en la rebaja de salarios y de garantías laborales ya no funciona.

El gobierno ha gastado ingentes sumas de los contribuyentes, en dólares, en el lobby. El presidente de la república hizo el oso buscando en las oficinas a los funcionarios menores y a la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi en sus últimas visitas.

La mayoría demócrata del Congreso gringo protege los intereses del gran capital y la estabilidad laboral estadounidenses frente a la recesión económica en desarrollo. El imperialismo sigue siendo el mismo.

Uribe y su camarilla reciben una nueva lección, esta vez de rodillas.
Jaime caycedo

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